Supongo que la mayoría de las personas, aquí en México, cocinan y se bañan con gas. Ahora que lo pienso, podría ser mucho más común de lo que yo creía. Dado que la producción y distribución de electricidad es un negocio complicado, pues hay gran cantidad de personas en un amplio territorio al que hay que proporcionar este recurso. No es de extrañar que, hasta el día de hoy, el gas sea un producto muy utilizado en el país, incluso, en la Ciudad de México.
Cada vez que entro a la ducha, escucho que el “boiler” se activa y comienza a calentar el agua, lo que produce un baño bastante acogedor, aunque, a veces, parece tener dificultades para calentar el agua, sobre todo en las mañanas frías. Entonces las duchas pueden ser bastante frías. Esto es bastante diferente al agua geotérmica que la mayoría de la gente utiliza en Islandia. Con suerte, en el futuro, México puede comenzar a usar algunas de sus propias fuentes de energía hidrotérmica y geotérmica. Incluso, sería interesante que algunas organizaciones islandesas y mexicanas trabajaran juntas para hacer que eso sea una posibilidad.
En la cocina también se utiliza, a mayor medida, el gas. Recuerdo cuando vine por primera vez a México y vi que había estufas de gas en todas las cocinas a las que entré. Algo que yo nunca había visto, ya que el gas, en Islandia, es considerado como un lujo pues es mucho más caro que la estufa eléctrica convencional, o las más comunes hoy en día, de inducción que son súper eficientes. Es curioso que, para lo que yo considero un lujo, resulta ser lo contrario aquí.