Resignificar

Imagen generada con la I.A. de Canva

Lo he dicho muchas veces, este blog me ha acompañado en este proceso migratorio. Dado que lo comparto en internet a gente que no conozco, la mayoría de las cosas que menciono, son positivas. Sin embargo, hoy quiero admitir que no todo es color de rosa. Hace algunas semanas falleció una persona, quizás la más cercana fuera de mi círculo familiar aquí en Islandia. No pienso ahondar mucho en la situación, quizás lo haga en un futuro, pero quería compartir unas líneas al respecto. Por lo mismo, agradezco que no me den el pésame, no es el propósito del texto. Sino invitarlos a una reflexión, que creo tan necesaria en los tiempos que vivimos.

No es la primera vez que paso por un proceso de duelo aquí en Islandia, pero si es el primero con respecto a un ser querido de acá. He tratado de entender, lo más que puedo, lo acontecido, con la paciencia que se requiere en estos casos. Sé que el tiempo irá acomodando todo, sanando lo que se tenga que sanar. Mientras tanto los siguientes apuntes:

A quien sea que lea esto y esté planteándose vivir en Islandia.

Una amiga lo dijo de manera puntual: “Islandia es dura”. Hay quienes dicen que migrar es en sí un duelo constante. Llegar a un país, así de pequeño, tiene muchas dificultades que uno no puede anticipar cómo serán experimentadas hasta que vives aquí. Para mí, por ejemplo, el clima, la comida y otras cosas, no son realmente un problema. Me he podido adaptar a muchas de las formas culturales de los islandeses, aún cuando me parecen extrañas. El idioma, es un tema aparte, aunque tampoco se me ha hecho EN EXTREMO difícil. No soy, en lo absoluto, una métrica, ya que, a casi cuatro años de vivir aquí, me he mantenido en contextos en los que no requiero el islandés “de cajón”. Compartiendo con otros extranjeros, las dificultades para adaptarse al país varían según el contexto, en muchas ocasiones, no coincido con aquello que se les dificulta a mis amistades y a la inversa.

A quienes me conocen personalmente.

Estoy bien, tranquila y, sin embargo, enojada. No sé si alguna vez pueda dejar de estarlo. Alguna vez, en mi “terapia”, hablé sobre la muerte, a propósito de la pérdida de otras personas en años recientes (ustedes saben de quienes hablo). Ahí planteaba que, aunque estaba bien, jamás podría dejar de pensarlo, que de cierta forma uno va llevando consigo a los que ya no están, incluso, aquellos a los que no conocimos. Más allá de la memoria, hay algo más que trae consigo la pérdida.

Al tiempo que escribo esto. Le doy vueltas al párrafo anterior. “¿Qué quiero decir con más allá de la memoria?”. Espero que esto lo aclare: hace algunos años, en mis tiempos de Universidad, un profesor hablaba de la frase “pronta resignación” y su relación con “volver a significar a la persona fallecida”. Resignificar. Independientemente de que quizás su fuente era Arial 12, no he dejado de pensar en esta palabra. Eso es lo que va más allá de la memoria: darle un nuevo significado a aquellos que ya no están. No hablo sólo de recordarlos como fueron, sino de incorporarlos en el contexto presente, aún frente a la ausencia.

A quien necesite entenderlo.

En nuestros tiempos, hemos perdido la empatía y la conexión, pese a los avances en la tecnología que supondría aliviar dichas barreras . Son momentos extraños, en los que planteamos la importancia de la diversidad, esperando que al hacerlo, nos convirtamos en una masa homogénea, sin escalas, sin matices, sin celebrar la diferencia. Es en la diferencia, que la cultura se encamina por lugares mucho más interesantes. A quienes necesiten entenderlo, sepan, que ahora somos esa diferencia que ven en casa, por lo que tendrían, casi por obligación, por el cariño que nos tienen, entender que lo que expresen de un migrante, lo hacen de todos nosotros. La retórica es la misma, sólo cambian los dedos de quien señala.

A mi yo del futuro.

Dejemos de lado por un rato las charlas. Probablemente las tengas con alguien más. Olvida el libro de manejo. Quédate con los tamales, los chilaquiles en su casa, el pozole en la tuya, las alitas, Macario, los lentes y el sindicato, su cactus imposible, el escuálido arbolito, la polaroid y el Guasón. Quédate con la vista al mar y las rosas en medio de la nieve. Quizás así redescubra la belleza.

A la persona que hace algunos ayeres me comentó sobre un video en el que menciono cuestiones sobre salud mental.

Hoy más que antes lo sostengo y reitero lo dicho.

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