Pues les traigo noticias sobre la pandemia. Honestamente, no le veía mucho el caso de ser reiterativa, pero aquí vamos de nuevo. Antes que nada una aclaración, este texto, será noticia vieja mañana. Para entonces, lo más probable es que tengan aún más casos, por lo que voy a omitir datos del día.Para saber datos específicos, el gobierno tiene un sitio donde día con día da el reporte estadístico de la evolución de esta (covid.is). También quiero aclararles que esto es más una crónica de cómo lo he ido viviendo, porque, la situación ha ido cambiando con los días, mientras que las discusiones, las medidas, los problemas, los aciertos y desaciertos son básicamente los mismos que ya todos conocemos. Sin embargo, es un déjà vu de lo que vivimos en Marzo.
Las medidas se empezaron a relajar en el mes de agosto. Se especula que estos cambios fueron la causa principal de este segundo brote (técnicamente es el tercero, el segundo fue menos intenso). Para entonces, A. seguía trabajando desde casa, y yo trabajaba de manera normal. Desde septiembre, que fue el regreso a clases en todos los niveles, hubo unos reportes de casos en unos bares en el centro de Reikiavik. Y de pronto… ¡boom! regresamos al aumento de casos. La Universidad, del que les pienso hablar en la siguiente semana, consideró que el regreso a clases fuese mixto, ciertas clases serían impartidas en plataformas digitales, y ciertas otras de forma presencial, poniendo énfasis que los alumnos de primer ingreso fueran la prioridad para que tuvieran la experiencia universitaria. Con el incremento de los casos, algunos de ellos de la Universidad, se tomaron medidas para detener la propagación del virus. Ahora todas las clases, al menos a las que A. y yo asistimos, son en línea.
En el trabajo de A. se tomó la decisión de que todos trabajaran de manera remota. Como A. ya lo hacía, por la posibilidad de que esto sucediera, eso no ha sido realmente un cambio. Sin embargo, algunos de sus colegas sí que lo hacían de manera presencial. En mi caso, regresamos a la división de trabajo, así que unos días van un grupo de compañeros, y otros días los otros, para evitar que, en caso de que alguien sea puesto en cuarentena, el trabajo en la oficina se detenga.
A mi parecer, meramente superficial, sin alguna cifra oficial a la mano, el mayor cambio que hemos presenciado en esta segunda/tercera ola, es el uso del cubrebocas. Aunque al principio se mostraban escépticos a usarlo, las autoridades finalmente optaron difundir el mensaje de su uso para tratar de disminuir los contagios. Sin embargo, los brotes han seguido hasta el día que escribo estas líneas (quisiera aclarar que a veces empiezo un texto en un momento y lo retomo en otro y aún con mi retraso en publicar, la situación continúa). En los datos del sitio oficial del gobierno ante la crisis, la distribución de los contagios se concentra en mayor proporción en los jóvenes de entre 18 a 29 años, lo cual ha sido una de las diferencias, creo yo, de esta segunda/tercera ola.
Además de las clases en línea y el trabajo remoto, muchas cosas que teníamos en mente para esta segunda parte del año están en pausa. La segunda ola nos agarró en medio de una semi remodelación de la cocina, de la que pensamos cambiar unos mosaicos que realmente no nos gustan. Pero como hemos limitado nuestras salidas, siendo básicamente las de ir al súper las necesarias, pues ahí está la pared a medias, sin terminar. Mientras las cifras aumentan y el invierno se avecina, las reuniones de todo tipo las hemos hecho de manera virtual. México o cualquier viaje fuera, o siquiera dentro de Islandia, están por el momento cancelados. En una de esas, será una Navidad cibernética (aunque para mí en parte lo ha sido, por los últimos tres años).
Hasta el momento, sólo es cosa de esperar a que las cosas mejoren y acatar las medidas que ya se supondría deberíamos de conocer.