Un verano de morado

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    Camino de lupinus, 2020
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    Lupinus
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    Vista
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    Detalle
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    Abeja en el lupino

Al parecer el verano se está despidiendo. Las últimas semanas ha estado lloviendo bastante, antier parecía que el sol nos regalaba el último aliento de su presencia. Pero hoy regresó con toda su fuerza y esplendor. Dicen los islandeses que si no te gusta el clima, esperes 5 minutos. He esperado ya casi un año y nomás no veo claro. Por supuesto, que es parte de mi proceso de adaptación, el cual depende mucho de las circunstancias particulares. En mi caso, he llegado a la conclusión que de verdad me gusta la temperatura media (¿por qué esa necesidad de escoger entre frío y calor?), por supuesto que el clima templado es el que recuerdo que predomina más en la Ciudad de México (pese a que el cambio climático ha hecho de las suyas). Al fin, ya puedo gritar y ostentarle a los cuatro vientos "¡Sobreviví al invierno y al sol de medianoche del verano islandés!". Me recuerda cuando regresábamos de Manzanillo a la caótica Ciudad de México y mi papá nos decía "se les está acabando el veinte". Ya se siente cerca...[Hiperventilo]

Es una carga el tener que hacernos a la idea de que, por lo que este año concierne, no tendremos el calorcito mexicano. Sobran las explicaciones, considerando que es el 2020. Pero antes de que el invierno me arrebate las ganas de salir a dar la vuelta, voy a contarles sobre algo que no tiene nada que ver, a la buena usanza de este blog.

Cuenta la leyenda que en los años sesentas, Islandia tenía un paisaje mucho más inhóspito del que ahora tiene. Tan es así, que era comparado con lo que la NASA esperaba encontrar en la luna, por lo que aprovecharon el set perfecto para realizar algunos entrenamientos en su accidentado territorio. Sin embargo, todo eso ha cambiado, por la famosa planta Lupinus.

Resulta que desde los primeros pobladores de la isla, quienes comenzaron la tala inmoderada de bosques y en el desconocimiento de que el suelo se erosiona mucho más que en Europa continental, se originó la catástrofe ecológica de la región. La preocupación del gobierno islandés los llevó a que en 1945, introdujeran plantas de Alaska a juicio del enviado especial. La facilidad reproductiva del lupinus junto con los iniciales beneficios para el paisaje islandés, transformaron en cuestión de décadas el escenario. A partir de ahí, surge una polémica entre los amantes de los lupinus y de los que piden su destierro, pues para los primeros, además de la parte estética con respecto al paisaje, argumentan que la planta proporciona ventajas nutrimentales a los suelos infértiles; mientras que los segundos, señalan que los lupinus nos son parte del ecosistema islandés, asimismo la planta es perjudicial para el desarrollo de otras flores y matas endémicas, pues se ha comportado como una especie invasora dentro del territorio. Darwin nos observa desde lejos.

Los lupinus florecen entre mayo y julio, pintando de morado las faldas de las montañas. Llegó agosto, con las lluvias y los vientos, los lupinus fueron cediendo lugar a las matas verdosas y los pastos abundantes. Pero no pierden tiempo, echan raíces, producen semillas y se aferran a la tierra, para regresar el siguiente verano y pulular de púrpura.

Les dejo la pregunta a ustedes, amigos, ¿será prudente intervenir de nuevo o esperar que la madre naturaleza haga lo que considere conveniente?

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