Ahora nos reportamos desde el frío invierno islandés.
Desde hace ya dos semanas regresamos a Islandia y ha sido bastante extraño. Volvimos a la rutina de siempre, pocos días antes de que se levantaran todas las restricciones por la pandemia, para regresar a la normalidad NORMAL. Es decir, aquella normalidad en donde no traes cubrebocas, ni tomas distancia de los que te rodean.
Con este retorno, también regresó la vida presencial, en todos los sentidos. Cabe señalar que, quizás, para la población islandesa en general, lo presencial era un terreno que ya habían pisado. Pero insisto, pasamos tres meses en México, en medio del incremento de casos por la variante de nombre que se asemeja a un Transformer. Parte de nuestra estancia en México, fue estar aislados. Mi padre enfermaría de Covid, mientras que los demás nos alejamos de su aura, protegiendo la nuestra esparciendo desinfectante en el aire. El retorno a la vida presencial ha sido un tanto molesto, ¿cómo justificas tener que prepararte para una clase? Eso implica bañarse, desayunarse, acicalarse, peinarse, vestirse (además de tener que hacerlo adecuadamente por el frío), desplazarse, todo esto con una puntualidad impecable… cuando podrías saltarte alguno que otro paso con la facilidad que es tener la clase de manera digital.
Para A. también ha sido un regreso a la vida cara a cara- al menos la primera semana- pues tuvo que hacer acto de presencia. Algo bueno nos ha dejado todo esto, si tenemos que ver el lado positivo de las cosas, la vida digital vino para quedarse. Mi trabajo seguirá siendo desde casa, el de A. será mixto. Ojalá la Universidad hubiese tomado una decisión similar.
En otras notas, Europa está… sospecho que mi lector sabrá lo que acontece en estos lares. Lo cual es digno de comentar, puesto que Islandia también se ha involucrado en acciones para procurar a la población civil, así como cierto tipo de sanciones. No ahondaré acá en eso, pues no es tema. Pero sí amigos, la carencia se está dejando venir. Los precios empiezan a sentir el cosquilleo de las nubes. A una nada más le queda observar. En palabras de Cristina Pacheco “aquí nos tocó vivir”. Y ni modo…
Por otra parte, desde México empecé la que sería una tentativa de proyecto de tesis. Digo tentativa, pues ha ido cambiando y mutando con el tiempo, como todo proyecto de investigación. Eso, aunado a toda la biblioteca que tuve que leer para mis maravillosas clases de maestrante y los ensayos de medio semestre, me han quitado el tiempo que procrastino en este sitio. Pronto espero volver a una regularidad de programación…