¿Cómo se empieza cuando no se sabe por dónde empezar? ¿Cuál es el principio de una historia? ¿Qué se puede decir - a modo de introducción- cuando no se conoce el fin?
Empezar es, quizás para mí, una de las tareas más difíciles, he de confesar. Requiere de ciertos preparativos, ciertos conocimientos. Tal vez, en el camino llegarán los golpes, las caídas, los desvíos y los baches. Deshacerse de los temores que acompañan un nuevo comienzo. Pero, lo más difícil es (o al menos eso me parece) empezar de nuevo. Tratar de hacer las cosas de cero es renunciar a los caminos conocidos. En el mejor de los casos, el conocimiento de ciertas experiencias vividas anteriormente podrían amortiguar golpes o evitar caídas. Pero, cuando los nuevos obstáculos son totalmente inesperados, sólo queda el clásico “déjate fluir” que la vida sigue. Así que fluyamos. Este es, si los cálculos no me fallan, la tercera vez que empiezo de cero.
Este es el tercer blog que intento mantener como un hábito, a modo de entrenamiento del músculo de la escritura. Los anteriores tuvieron diversas limitantes por las cuales no pude continuarlos. El primero, que era un sitio compartido, se tornó en una labor titánica compaginar tres cabezas en un sólo proyecto. Nos faltaron manos, nos faltó mayor voluntad y tiempo. El segundo, de temática similar a éste, quedó insípido, no tenía ni pies ni cabeza. Quería relatar mi vida cotidiana, pero le faltaba algo, tal vez una mejor musa. Parte del problema que me llevó a abandonar dichos proyectos fue mi cambio de domicilio.
Soy mexicana, pero desde hace tres años vivo fuera de mi país. Emigré al norte, para ser precisa a Suecia. Mi nueva vida había traído muchas cosas consigo, de las que probablemente en otra ocasión he de compartir. Por el momento, a modo de introducción, podríamos dejarlo en que fueron mayores las calamidades que las dichas. Un mal de familia.
Soy mexicana, pero desde hace tres años vivo fuera de mi país. Emigré al norte, para ser precisa a Suecia.
Empezar es, quizás, una de las tareas que más me divierten. Arriesgarlo todo, all-in. Cambiar los viejos hábitos por los nuevos. Deshacerse de la rutina, crear una nueva. Las mariposas vuelven, revolotean. Hacen de mi cuerpo un templo. Aprender aún estando viejo. Hoy, todo es nuevo y es magia. Si bien es cierto que todavía quedan las llagas y los moretones de los guamazos de la vez anterior, ahora sé que me debo ir con más cautela. Sin prisas. Y, sobre todo, con mucha, mucha paciencia, que es lo que más he aprendido durante todos estos años.
Hoy cumplo casi apenas un mes de haber llegado a la tierra de hielo y nieve. Y hoy comienzo esta nueva aventura narrativa cibernética. A modo de introducción, me presento pues. Mi nombre es Erandi, tengo 27 años, que de pronto se sienten 10 de pronto se sienten 80. Escribo por amor al arte. Me casé con un islandés, lo cual explica parcialmente la razón por la que me mudé a Islandia. La Island es un proyecto personal que he venido planeando desde que tomamos la decisión de mudarnos acá.
¿Qué más puedo agregar?
Publico cada miércoles a las 12:00 a.m. +0000 UTC (Hora de Islandia)
Lo demás lo dejamos para la siguiente entrega…