Los martes lavo la ropa. Ya sé, se preguntarán “¿eso qué tiene que ver con mi existencia?”. Lo sé. No importa que sea en martes, o que decida hacerlo los sábados, como Sheldon. El punto aquí es que, como dicen, realmente no lo hago yo, lo hace la lavadora. A menos que sea ropa delicada, entonces lo hago a mano. No me pregunten cómo, una se las ingenia. Y es justamente en ese instante, entre el poner suavizante y asegurarme que sea la temperatura adecuada para el tipo de tela, en el que recordé que les tenía un chisme aguardando. Lo que hoy les vengo a contar: la historia de las lavanderas y las piscinas de lavado en la historia de Islandia.
Como Contexto
Las aguas termales en Islandia han sido cruciales para la vida. Quizás sea esto una obviedad, pero empecemos por aquí. El uso de ellas como lugares de lavado, se especula, surge a raíz de la urbanización de la capital, pero no tenemos (por "tenemos", me refiero a A. y yo) una fecha exacta. Continuemos en un lugar en específico: Laugardalur, que significa "el valle de las aguas termales", en Reykjavík.
Las labores invisibles
Lavar la ropa, como muchas otras actividades domésticas, era una labor femenina. Las mujeres tenían que caminar varios kilómetros hasta el lugar de lavado, en Laugardalur. Era al aire libre, sin ninguna especie de confort. Imagínense, estar lavando a mano, en las gélidas condiciones del invierno, actividad en la que podías pasar largas horas. Y si eso no fue suficiente, las señoras tenían que regresar a casa, cargando el bulto de ropa mojada en la espalda.
Por ahí de 1833, un hombre “muy preocupado” por las deplorables condiciones con las que las mujeres realizaban sus labores, tuvo a bien una gran idea. No, no se ofreció a hacerlo. Les construyó un cobertizo. Al leer esto me recordó aquella escena de Gordolfo Gelatino quien no soporta ver a su madre trabajar en casa. Por cierto, la supuesta solución, voló en uno de esos terribles aironazos islandeses en 1857.
Treinta años después, 1887, la asociación Thorvaldsensfélagið, compuesta por un grupo de mujeres con mucho privilegio y de muy buenas intenciones, construyeron una “espléndida casa de lavado” (descrito así por la Wikipedia). La asociación de mujeres condicionó a las autoridades de Reykjavík, ellas financiarían el proyecto si las autoridades garantizaban que ninguna mujer tuviera que cargar el bulto de ropa en la espalda.
La solución
Las autoridades, conforme a lo estipulado, construyeron un camino que permitía el paso de carruajes y caballos, mismo que se conoce hoy como Laugavegur o “el camino a la piscina de lavado”. La situación no acababa ahí, al utilizar las aguas termales, las cuáles llegan a temperaturas muy altas, los accidentes y las tragedias se suscitaron. Específicamente, entrando al siglo XX. Tras la muerte de una mujer embarazada, quien caería a la pileta hirviendo, las autoridades se frotaron las barbillas y llegaron a una genial solución. Poner arcos de varillas para evitar futuras caídas.
En 1909, el uso de las piscinas de lavado tuvo un declive a raíz de la implementación del suministro de agua potable en la región. Ahora, las personas podían lavar sus trapos sucios en casa, como dicen popularmente. Y, como les anticipé en el texto sobre el Escudo de Reykjavík, tras la Primera Guerra Mundial, Islandia sufrió de una escasez de combustibles, por lo que utilizaron de nuevo las piletas. Su uso se extendió hasta 1930, con la llegada del sistema de calefacción urbana, del que… no hablaremos hoy, pero que podemos decir que al entubar las aguas termales, comenzó el verdadero declive del uso de las piscinas.
Ásmundur Sveinsson retrata la importancia de las lavanderas con una estatua llamada así, simplemente, Þvottakona o “Lavandera” en 1958, misma que se encuentra en Laugardalur. En 2005, se colocaron algunas placas conmemorativas, así como información histórica en los sitios, para recordar la importancia de las mujeres de la asociación Thorvaldsensfélagið y su contribución para mejorar la vida de sus contemporáneas.
Y es así como llegamos al final de esta historia.
Es miércoles, A. se pelea con la aspiradora zombie, para continuar la infinita labor que representan los quehaceres de la casa. Mientras que yo, observo la lavadora a lo lejos. Ahí, como a cinco pasos de la habitación en la que escribo.
En una siguiente entrega, cómo un accidente ocasionó el comienzo de la energía geotérmica en Islandia.
Fuentes:
- https://ferlir.is/thvottalaugarnar/?fbclid=IwAR2nemYAl2YbG4plRotC1ZSRWfz607DfyWB1R-X0yOVcI3xQUnUpdyt7tAc
- https://www.thorvaldsens.is/saga-felagsins/?fbclid=IwAR36vCkv95tUW_DaaS9zUPmkisIN051YmJy-adH9RDv3VyxS5g2-eCbxEFY
- https://is.wikipedia.org/wiki/%C3%9Evottalaugarnar?fbclid=IwAR1hZiSjOo_SwpUMBKYoa1SlHHLpzvzVOrVxO_4TG_VFKo1gdMkO-hWbzg8