La visita

Cementerio

El texto de hoy será pequeñito, pequeñito. Antes que otra cosa hoy llegó Gáttaþefur o el “Olfateador de puertas”. Sigamos. Este texto es solo para conmemorar esta tradición que se realiza por estas fechas. En sí es una tradición que no tiene nombre, o no se le denomina de alguna forma. Pero es parte de los rituales que se celebran durante estos días. Alrededor del 9 de Diciembre se suelen colocar luces de colores en las tumbas de los cementerios. Este es un servicio que es proporcionado por el cementerio y algunos terceros. Las decoraciones se llegan a ver a la distancia, como una constelación en medio de la oscuridad invernal. Usualmente, la gente lleva una veladora entre los días 23 y 24 en la visita obligada que atiborra el cementerio de los familiares de los difuntos. Las reglas de tráfico cambian para poder mantener la circulación de los carros al interior del cementerio. Por ejemplo, el cementerio de Reikiavik cierra el acceso a vehículos dentro del cementerio a las dos de la tarde, por el número de peatones que se concentran. Sin embargo, este año han sugerido que se anticipe la visita al cementerio para evitar las aglomeraciones y la exposición en estos tiempos de pandemia. De cualquier forma, es interesante observar las distintas formas en las que culturalmente, tratamos de mantenernos cercanos a los nuestros, aunque sea tan sólo en la memoria. Supongo (esto es sin algún dato científico a la mano), que los islandeses aprecian tanto la Navidad que por eso incluyen en su celebraciones el recordar a los que ya no están.

"La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido". Gabriel García Márquez.

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