Hace unas entregas hablamos sobre la importancia de las lavanderas, el uso que le daban a las aguas termales y la importancia que esto tuvo para aquel entonces. Hoy nos toca retomar el tema, esta vez para entender el origen del uso moderno de estas aguas calentitas. La energía geotérmica es, hoy por hoy, fundamental para el continuo desarrollo industrial de Islandia. Pero, el origen de su uso, es bastante peculiar, por lo que merecía un artículo propio.
Cambios y crecimiento
A principios del siglo XX, la ciudad de Reykjavík creció de manera considerable. Por lo tanto, comenzaron a desarrollar distintos proyectos de la infraestructura de la capital, como el establecimiento del suministro de agua (fría) en las casas, la construcción de puertos y la construcción de grandes edificios. En ese entonces, el alcalde de la ciudad -como buen político- decidió construir una estación de gas para el uso doméstico - o sea, para cocinar- y para la iluminación. Sin embargo, el gas no fue suficiente para abastecer a la ciudad en crecimiento, por lo que su uso no duró mucho tiempo. Así que decidieron construir una hidroeléctrica.
Accidentes felices
Esta nueva estación fue utilizada para los mismos propósitos (en la cocina y para la iluminación), la cual también fue insuficiente. Entonces, a algún ingenioso samaritano, se le ocurrió la idea de utilizar vapor para producir energía, un proceso del que ya era conocido, pues había sido utilizado en Italia. Sabiendo esto, decidieron taladrar las zonas de las piscinas de lavado (de las que hablamos anteriormente) para producir electricidad con el vapor de las aguas termales.
El taladro que utilizaron era de una compañía minera que se dedicaba a la extracción de oro y que, para ese entonces, había quebrado. Empezaron a taladrar de 1928 hasta 1930, descubriendo que el flujo de agua era aproximadamente 15 litros por segundo, con una temperatura de 90°C, lo que podría ser excelente para proveer de agua caliente a los habitantes de la ciudad, aunque el vapor no fuese lo suficiente para el suministro de electricidad. Sí, accidentalmente encontraron la forma de utilizar este recurso para su uso doméstico, sin resolver el problema en cuestión, es decir, el abasto de energía eléctrica.
Cabe señalar que en 1930 se construían edificios y espacios públicos importantes como el hospital, algunas escuelas y balnearios, por lo que fue muy importante para la historia de la capital la decisión de establecer el suministro de agua caliente desde las piscinas de lavado, hasta una escuela aledaña a donde hoy se encuentra la iglesia de Reykjavík (Skólavörðuholt).
A partir de entonces, el suministro de agua caliente en Islandia fue por medio de los ductos que también son utilizados para calentar los radiadores (o calentadores) en los domicilios islandeses. Además, es este punto del desarrollo hidroeléctrico que tuvo consecuencias en el uso del agua caliente y sus derivados, si bien es cierto que en un principio era sólo para abastecer a la población de agua caliente, poco a poco se fue entendiendo cómo utilizar este recurso natural como fuente de energía, alterna a otros combustibles que quizás son mucho más contaminantes. Hoy en día, Islandia cuenta con un suministro que es reconocido por su bajo impacto ambiental, producto de su posición geográfica la que, una vez más, juega un doble papel de bendición y maleficio al mismo tiempo…