Este texto ha sido demorado por múltiples razones. En primera, porque no sabía cómo estructurar las cosas que quería compartirles y que además fueran pertinentes. Luego esperé a que terminara mi curso de Islandés 3, para tener una conclusión a lo que estaba atravesando en aquel entonces. Entonces llegó la pandemia, y con ella, se fue aplazando mi siguiente curso. Esta vez había decidido registrarme en el curso de Conversación en islandés 3-4, puesto que mi lengua aún no se suelta, aunque ya entiendo mejor lo que la gente me dice. El curso se pospuso y se pospuso, y mientras estuvimos en la #SanaDistancia, me puse a estudiar por mi cuenta, con ayuda del siguiente libro (del curso 4 de islandés) y del sitio icelandiconline.com, para un asunto del que espero luego escribirles. Durante mis estudios fuera de las aulas, me topé con más y más horrores del islandés, los cuáles también quería incluir en este texto. Por lo que empecé a reescribir y reescribir. Para el tiempo en el que ya había deshecho la idea del Frankenstein de texto que tenía, se reanudó todo, y ahora sí comencé con el mentado curso de conversación en donde actualmente estoy… SUFRIENDO COMO PRECIOUS.
Pero, vamo a ver. En esta última versión será con todo lo que he notado durante mi avance con el idioma, las cosas que ya he podido domar, las muchísimas que no y un poco de cómo ha sido la experiencia en general. Posiblemente este texto sea muy largo por lo que estará dividido en tres artículos.
Islandés 3 en Mímir
Los cursos en Mímir son de gran ayuda. Ahora que tuve una maestra distinta he de decir que hay ciertas ventajas dependiendo de los profesores, según lo que ellos creen que es la dinámica conveniente. Es por esta razón que no sé si en sí el programa de Islandés 3 está tan enfocado a las declinaciones como lo estuvo para mí, pero como dato curioso, ese fue mi primer gran trauma. LAS MALDITAS DECLINACIONES. El islandés tiene cuatro casos: nominativo, acusativo, dativo y genitivo. Cada uno de estos casos está entendido por una terminación según el género (masculino, femenino o neutro) y el número (singular o plural). Y cuando digo que es mi trauma es porque todo, TODO se declina según lo que quieras decir.
En español no tenemos este tipo de flexiones gramaticales, ya que nosotros utilizamos la sintaxis del idioma para dar a entender lo que los islandeses pueden con una sola palabra. El problema, al menos para mí, recae sobre todo en entender el uso del acusativo y del dativo, ya que el primero lo entendemos como el complemento directo (aquel que responde a la pregunta ¿qué? y el segundo como el complemento indirecto (que responde a la pregunta ¿para qué? o ¿a quién?).
Si recuerdan sus clases de español de la primaria, probablemente vamos por buen camino. El caso nominativo, es cuando la palabra no ha sido flexionada, es decir la forma neutra. Y el caso genitivo indica posesión, que es mucho más similar al inglés cuando se añade -’s en ciertos casos. Si los estoy confundiendo más es porque así está la cuestión. Los islandeses utilizan Hé er (aquí está), Um (acerca de), Frá (de), Til (para/a), para recordar cada declinación… para que no queden dudas. Entonces, si quiero decir “Yo voy a mi trabajo” digo “ég fer i vinnuna”, pero si quiero decir “yo estoy en mi trabajo” digo “ég er i vinnunni”. Y por si tienen curiosidad, acá una tabla de cómo la palabra trabajo se declina.
Lo que sí puedo decirles es que el islandés es un excelente ejercicio de memoria.
¿Quihubo con Góðan daginn?
En todos los textos con los que he estado aprendiendo, comienzan con las formas en la que uno saluda, da las gracias, pide la hora… y todo ese merequetengue de frases de uso cotidiano. Y no fue, hasta el curso 3 de islandés en el que una compañera le preguntó a la maestra (a propósito de las declinaciones) que el saludo (sí, el mismo que repetimos hasta el cansancio como merolicos) es erróneo. Si el sustantivo es determinado, el adjetivo tiene una declinación débil. Entonces lo correcto es “Góðan dag” (un buen día) o “góða daginn” (el buen día), pero lo que se utiliza comúnmente es una combinación de ambas.
Otro de los errores que se encuentran frecuentemente en el islandés hablado es aquél que se expresa con los pronombres mér (acerca de mí) y mig (de mí/me). Hay una serie de verbos que son impersonales, por ejemplo querer (að langa), que la gente en lo cotidiano lo utiliza con el pronombre mér. Esto es una addendum a mi lista de “Cosas que seguramente se me van a olvidar que son una regla del islandés”.
Y como remate de esta parte, el curso terminó con un examen del que sólo recuerdo que me fue bien, pero una vez más, el islandés cotidiano (por llamarle de alguna forma) me defraudó. De las hermanas de A., he aprendido la mayoría de las palabras que conozco, tal vez por la edad, tienen más paciencia en explicarme, además de que articulan mucho más que la gente de edad avanzada. Pero por supuesto, su islandés está permeado de los modismos y los préstamos de otros idiomas. En particular la palabra “tjilla” o “chilla” que viene del inglés “chill” y significa lo mismo: “relajarse”. Y ahí me tienen, tratando de buscarlo en el diccionario, puesto que no sabía cómo se escribía (la c no existe en islandés), al preguntarle a la maestra, ella se ríe diciendo “¿de dónde saqué la palabra?”. Me puso una espantoso tache en rojo con el recordatorio de que relajarse se dice, formalmente, “slappa af”.