Cuando visité por primera vez la tierra de hielo y fuego, tenía la impresión de que las casas eran enormes. Se me hacía lógico, dado que con una población pequeña y con espacio de sobra, se pueden dar lujos de construir hogares de habitaciones amplias y grandes ventanas. Hasta que en mi segunda visita, conocí Breiðholt. Por mucho tiempo he estado preparando esta entrega, pero el clima no había estado de nuestro lado. Finalmente, pude encontrar un día adecuado para ilustrar este texto. A diferencia de los otros textos de esta serie sobre la arquitectura islandesa, este artículo está motivado por la historia y no tanto así por el aspecto visual del lugar. Caminemos entonces entre los multifamiliares del distrito de Breiðholt.
Pero antes… una parada anecdótica
Algo en Breiðholt me era más familiar, lo que conocía de mis rumbos al sur de la ciudad de México. Pero también pensaba en Tlatelolco, esas construcciones de los años 60s de los llamados conjuntos habitacionales. Desde que llegamos a Islandia, durante la búsqueda de nuestro departamento, me obsesioné con Breiðholt, puesto que ahí se encuentran opciones de departamentos mucho más accesibles y, con suerte, podríamos encontrar opción de vivienda en los departamentos en planta alta que tienen una vista privilegiada. Entonces, me encontré con el lado oculto del distrito, pues los laberintos que se forman entre sus edificios esconden un secreto a voces.
Una parada contextual
Breiðholt significa “colina amplia”, pues el distrito está situado precisamente en una colina a las orillas de Reykjavík. La planeación de la construcción de los multifamiliares comenzó en 1960 a partir de un acuerdo entre los sindicatos y el gobierno, con la finalidad de crear viviendas más accesibles para los trabajadores. Y desde entonces, comenzó a pasos acelerados la construcción de distintos conjuntos habitacionales en diferentes puntos de la región, siendo Breiðholt uno de los distritos más grandes dentro de Reykjavík. El desarrollo del distrito significó un avance tecnológico en las herramientas y materiales dentro del país, por mencionar un ejemplo, el uso de grúas y los preceptos del movimiento moderno (el cual por cierto comparte con Tlatelolco, ¡quién lo diría!).
El estigma de Breiðholt
Con el paso del tiempo, este distrito comenzó a adquirir una fama similar del que se escucha en colonias marginadas, pues aquí residían en su mayoría personas de bajos ingresos. La comidilla entre los medios de comunicación y los propios islandeses de otras regiones, exacerbaron la narrativa de que este lugar era una zona peligrosa y problemática, pese a que las estadísticas no confirmaran las sospechas. Los residentes de Breiðholt resentían el estigma, omitiendo el hecho de que vivían ahí para no ser asociados con lo que los rumores infundados asumían. Y de ahí surgió el estigma, mismo que a la fecha persiste.
Aquí hay que tocar un tema bastante sensible, pues la marginación, que antes era meramente de carácter económico, con el paso de los años ha mutado en uno de los temas que hoy por hoy se discuten en múltiples partes del mundo: la migración. Breiðholt es hoy en día hogar de diversas culturas, cambio demográfico que, de acuerdo con las estadísticas, se aceleró entrado el nuevo siglo, producto de la necesidad de mano de obra en la región y, por supuesto, la globalización. Si bien es cierto, Breiðholt no está aislado de las otras zonas dentro de Reikiavik, como sucede en otras partes del mundo con los llamados “guetos”, el estigma prevalece. La zona llamada Efra-Breiðholt (Breiðholt superior) es conocida por ser una de las mayores concentraciones de migrantes, en su mayoría provenientes de Polonia.
Y aquí otro dato anecdótico, por esta misma razón, las tiendas especializadas en productos importados tienen una gran presencia en la zona. En mi curso de Conversación en Islandés, en la dinámica en la que expusimos sobre nuestros países, y en particular, sobre la comida típica de cada región, fue curioso que todos coincidimos en que el mejor lugar para encontrar los distintos ingredientes para elaborar dichos platillos es en Breiðholt. La maestra quedó sorprendida, pues no tenía idea de la cantidad de cosas que, afortunadamente, en la actualidad, podemos encontrar ahí. En mi caso, siendo mexicana, es un alivio tener el acceso a productos como Maseca, para cuando el antojo es insaciable.
El gobierno de Reykjavík desde aquellos años en el que el estigma se sembraba, había tratado de tomar cartas en el asunto y se han hecho esfuerzos, desde entonces, por crear espacios para la comunidad, teniendo una importancia en la escena artística y cultural de Islandia. Pero como todo en la vida, erradicar un estigma, es un largo proceso, aún queda camino por recorrer.
No obstante, Breiðholt no se inmuta, sigue ahí en la cima observando los cambios en el centro de la isla, que pareciera mirar con desdén.
Ahí en su colina, en el 111, prevalece, pues, sin lugar a duda, se sabe como un tesoro en sí mismo.
Fuentes:
- https://grapevine.is/mag/articles/2011/11/28/breidholt-where-you-kick-cans-or-lampposts/
- https://hiticeland.com/iceland/brei%C3%B0holt
- https://timarit.is/page/5955333#page/n67/mode/2up
- https://grapevine.is/icelandic-culture/2018/06/14/111-straight-outta-breidholt/
- https://www.dv.is/fokus/menning/2018/03/11/folkid-i-longu-blokkinni/
- http://old.mcc.is/media/frettir/to%CC%88lfraedisky%CC%81rsla-2017-endanleg-og-uppsett.pdf?fbcli&fbclid=IwAR12qKv13VRgkvilJSs_Zdkw3_O6RxB-mo2hy1jbtzbmmZp-Xc_bLLrqEjs
- https://rm.coe.int/1680482b89