Hablemos de tradiciones del día de hoy. En este recorrido que hemos hecho sobre la Navidad, para este punto, es probable que se les olvidara la mención de lo que he denominado como “ una peculiaridad gastronómica”. Este manjar islandés, no lo he vuelto a probar, pero no hace falta, porque es una de esas cosas que entran en el rubro de debut y despedida. Hoy es 23 , el día en el que llegó Ketkrókur o el “Gancho carnicero”, y hoy nos toca hablar de skata.
Corría el año 2017, un día como hoy, mi hermana estaba en Islandia de visita y en ese entonces, nosotros también, dado a que vivíamos en Suecia. El abuelo de A. nos invitó a acompañarlo a casa de su familia a comer dicho platillo, que tradicionalmente se sirve con papas y mantequilla derretida. Habiendo probado el infame surströmming o arenque fermentado, típico de Suecia, ya tenía una idea de lo que nos deparaba. Se nos advirtió de antemano, que ese día de preferencia fuéramos con nuestras peores garras, nada que fuéramos a usar luego, sobre todo al día siguiente, puesto que el olor es tan penetrante, que la ropa se apesta al rájido fermentado. Yummy ¿ya hace hambre?. Así hicimos, sin bañarnos y con lo peor de nuestro equipaje, a encontrarnos con la supuesta experiencia gastronómica. Llegamos al lugar y desde el coche se percibía el olor a amoniaco. Los guácala se quedan cortos.
Permítanme un desvío. Alguna vez escuché de boca de Tim Gunn, en Project Runway, un refrán: “al vivir en la casa de los changos en el zoológico, cuando llegas piensas ¡Guácala, huele horrible! pero después de estar ahí por 20 minutos piensas No está tan mal y luego de una hora, ya ni percibes el olor. Pero todo aquel que entre a la casa de los monos, pensarán igual, en principio, que ese lugar apesta”. Pues lo mismo sucede con nuestra vivencia con el llamado skata.
La prueba de fuego llegó, cuando tuvimos que degustar el platillo. El rájido en amoniaco sabe salado. No tiene realmente mucho sabor, pero el olor es suficiente para tener el paladar distraído. No es un platillo para comer cuando tienes hambre, sobre todo si haces lo que yo, pruebas un pedazo y realmente sólo te comes las papas. En el lugar duramos media hora, el cual estaba saturado de toda la familia cercana, lejana y más lejana de A., quienes son de los Fiordos occidentales, lugar donde se origina el platillo. Unos llegaban, se sentaban, comían, y se iban, para dejar lugar a la siguiente ronda de los que llegaban a hacer exactamente lo mismo. Entre el mar de gente, el olor y el hambre, por comer sólo papas, no da tiempo para hacer sobremesa.
Salimos del lugar más apestosos de cómo llegamos. Aún recuerdo que, mi cabello olía a aquel penetrante amoniaco. Nos bañamos luego, luego. Y aún con perfume, seguía teniendo la sensación de oler a skata. Mi falta de profesionalismo y compromiso para la entrega de hoy se ve reflejada en que les tenemos sólo una foto del archivo familiar de A. Una disculpa, pero nos gustaría pasar la Noche Buena oliendo a limpio y Fabuloso.