Continuamos en este tour de force, revisando algunos de los Iconos Islandeses™. En esta ocasión llegamos a la capital más al norte del mundo (de un Estado soberano), con sus 132.252 habitantes, quienes conforman un tercio de la población del país. Una de las ciudades más limpias y seguras del mundo: Reykjavík.
Señales de que estamos en casa
Lo que para los aztecas fue un ave parada sobre un nopal devorando una serpiente, para los pueblos nórdicos, eran grandes postes de madera mejor conocidos como “öndvegissúlur”. Según la leyenda (descrita en el Libro del Asentamiento o Landnámabók), Ingólfur Arnarson fue quien decidió utilizar el método de aventar los pilares al mar y asentarse en dónde fuese que estos llegaran a la orilla. Y de ahí, el par de columnas en el escudo de armas de la ciudad.
Halldór Pétursson, creador del escudo, fue seleccionado por un jurado, en 1951, para elaborar el diseño de este, el cual fue aprobado en 1957. Dicen que estos postes son símbolos de fe y “grandiosidad” (una mejor traducción sería majestuosidad), los cuales llevan el peso del techo en las viviendas, es decir la importancia de lo que denominamos "hogar". Con esto, explican, se mezclan tres aspectos: 1) el origen virtuoso de los pobladores, 2) la vida espiritual y 3) la importancia de la ciudad para Islandia como nación.
Anteriormente se utilizaba un escudo que representaba a los marineros, los barcos y la actividad pesquera, el cual se utilizaba para el comercio, representando la ciudad según lo que para aquel entonces era importante, o destacable, de la ciudad. Oficialmente, el escudo actual, puede ser usado en el azul marino de la imagen, o bien, negro.
Los humos de Reykjavík
Se piensa que el nombre Reykjavík o “la bahía humeante”, se debe a una confusión entre humo y vapor, esto derivado de las aguas termales que abundan en la región. También se piensa que estos -más bien- vapores son la verdadera razón por la que los primeros pobladores decidieron asentarse en la bahía, como muchas otras sociedades, la cercanía al agua es importante. Y qué mejor que una que está calientita en un lugar tan frío. Algunas de estas aguas termales, fueron utilizadas en su tiempo para lavar la ropa, en lo que los islandeses denominan þvottalaugarnar o “piscinas de lavado”. El uso de estas fue disminuyendo conforme al establecimiento del sistema de agua potable en la ciudad. Sin embargo, durante la Primera Guerra Mundial, hubo una escasez de combustibles, por lo que los habitantes regresaron a utilizar estos como medio para lavar sus prendas. Sería hasta 1930 que el uso de las piscinas llegaría a su fin, con la introducción del sistema de calefacción urbana, entubando las aguas termales para este propósito, mismo que se utiliza hoy en día.