Vacaciones a la Islandesa

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Para muchos de los que somos foráneos en esta bella isla es bastante sabido que, de pronto, los colegas islandeses se van una o dos semanas de descanso, para regresar más rostizados que un pollo de La Esperanza. O del Pollo Feliz para los cuates de la provincia. Las greñas más rubias que de costumbre, la piel que de lo chamuscada se torna naranja, las líneas del traje de baño y otras más en lugares graciosos. Sí, el colega fue a Tene … como le dicen a la isla de las Canarias.

A veces creo que mis padres dividieron mi ombligo en dos: uno lo enterraron en la Alameda del Sur, o en alguna sala de cine de Pericoapa. El otro lo dejaron en las arenas de Miramar en Manzanillo. Mi espíritu, aunque citadino, necesita mar de vez en cuando. Sal, calor, manglar y un buen pescado zarandeado. En marzo ya no estaba soportando los más de 365 días sin ver nada de eso. Sólo el mar gélido de las costas islandesas. Así fue que reservamos boletos y hospedaje para ir a vacacionar una semana a Tenerife, aprovechando que nuestro chiquillo todavía volaba gratis. Luego de todo el viaje me pregunté:

¿Por qué los islandeses les gustan las Canarias?

Aquí van mis hipótesis

1. Es barato

Esto es un poco risible porque, comparado con la mayor parte del mundo, para los islandeses todo fuera de Islandia es barato. Pero aún así, los precios sí que son una diferencia enorme.

2. Es bastante conveniente

Un sólo vuelo, ida y vuelta, cinco horas cada uno. Sin escalas y sin nada. Además, viajando por ciertas aerolíneas se ofrece un servicio de transporte que te lleva directamente a tu hotel, sin mucho problema. Con el addendum de que en la zona hay muchos turistas, también islandeses, entonces realmente sientes que estás en otra Islandia, o que nunca te fuiste de casa. Con la salvedad de que allá, hace mucho más calor.

3. La adecuación de Tenerife para los extranjeros

Esto es más bien lamentable pero, en la zona turística es tal la prioridad de los extranjeros, que ni parece que estés en un lugar en específico. Los hoteles parecen más bien sets, estructuras enormes, fuera de contexto. La comida es variada, pero pocas cosas son realmente del lugar. Para comer comida típica hay que buscarla lejos de la zona hotelera. Muchos de los extranjeros parecen tener una actitud bastante pesada con el lugar y sus habitantes. Y sí, sé que resulta irónico criticar algo al que yo también contribuí al problema. Pero he de disculparme, no tenía idea de que eran así las cosas. Me imaginaba un hotel, en medio de los lugares que frecuenta la gente que vive en Tenerife. Una zona turística que de alguna manera reflejara la vida de la isla. Y justo esa semana, los tinerfeños se manifestaron en contra de esa priorización que hay para una industria voraz como lo es la del turismo. Paradójicamente, es también un problema en la isla de hielo y fuego, es decir, un problema sistémico.

4. Moda

Quizás esta sea la razón por la que muchos viajan a la isla: simplemente porque los demás también lo hacen. Y sí, nosotros caímos en la misma trampa. Tal vez a muchos de verdad les guste, o tengan otras razones más allá de las que he mencionado acá, pero la verdad es que es una de las cosas más islandesas que uno puede hacer, justo después de comer helado en invierno, pero no antes de quejarse del clima.

Pasamos nuestra semana en la isla bastante a gusto, salvo el misterioso malestar del pequeño, quien nunca supimos si fue porque resintió el clima, el frío de la alberca, la comida del hotel o por el propio crecimiento. No tuvimos mayor problema. No sé si volvería a visitarla pronto, sobre todo porque es complicado viajar con un niño chiquito que tiene la energía hasta el tope. Tenerife puede ser una opción, pero necesito Vitamina D, de otra especie. De la buena. La que no me da urticaria, que no me quema en exceso mi piel morena. La vitamina D que se absorbe entre jacarandas y el olor a tierra mojada. El del smog y el granizo apocalíptico. La que se tapa con el humo de la termo, la que se esconde en Ventanas. Aquella que sólo se encuentra en el terruño.

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