La mujer en el cine: Stella í orlofi

Imagen tomada de betrireykjavik.is

Nota preliminar: El siguiente es un ensayo que escribí para alguna materia de la Universidad. Me pareció un tema interesante y decidí traducirlo al español para compartirlo con ustedes. Disculpen las referencias tan académicas, no suele ser el tono de este sitio. Este es la continuación de una serie muy olvidada llamada “Konur: mujeres de Islandia”.

Islandia es considerada como un “paraíso feminista” o “el mejor país para ser mujer”, pues ha liderado el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial durante los últimos años. Podemos suponer que la feminidad es entendida de manera distinta, lo cual puede analizarse incluso en las formas en las que se ha representado a la mujer a lo largo de la historia. Desde los personajes en las Sagas, como Hallgerð Hoskuldsdóttir, Guðrún Ósvífursdóttir o Helga Þorsteinsdóttir, hasta la personificación nacional de Islandia, cuya condición de género, a diferencia de otras personificaciones nacionales, es una subversión. Incluso en personajes femeninos derivados de fuentes literarias, como Salka Valka, esta tradición de representación de la feminidad islandesa ha continuado dentro del cine islandés y tiene un momento significativo en la cultura del país con la cinta Stella í orlofi. Este ensayo sostiene que el personaje de Stella es una representación de la mirada femenina, tanto de la guionista Guðný Halldórsdóttir como de la directora Þórhildur Þorleifsdóttir, introduciendo una representación subversiva de lo que se entendía como feminidad en Islandia.

Stella í orlofi es una comedia que sigue a Stella R. Löve (Edda Björgvinsdóttir), un ama de casa y madre de tres hijos, que tras herir accidentalmente a su esposo Georg (Gestur Einar Jónasson) y dejarlo indispuesto, decide llevar ella misma al “cliente” de este a un viaje de pesca del que él se ha apalabrado anteriormente. En el proceso y por error, termina llevando a Salomon (Þórhallur Sigurðsson), un alcohólico sueco que viaja a Islandia para ingresar a un centro de rehabilitación. Más tarde, Stella descubre que Georg no esperaba a un cliente, sino a su amante danesa. Mientras tanto, Stella se ve envuelta en una serie de confusiones que incluyen al Club de Leones, algunos pilotos y una gran cantidad de salmón. Stella í orlofi es el pimer largometraje cómico realizado por mujeres en una industria dominada en gran medida por hombres. Como afirma Björn Ægir Norðfjörð:

“Desafortunadamente, la participación de las mujeres ha estado disminuyendo desde entonces y esto ha afectado claramente la diversidad del cine islandés, que está muy orientado hacia lo masculino. Las directoras no solo son más propensas a contar historias sobre mujeres, sino que también fueron las que prefirieron desviarse de las normas tradicionales al hacer cine en los años ochenta”.

Halldórsdóttir, quien planeaba llevar una novela de su padre a la pantalla, se embarcó en la realización de una película que pudiera ayudarla a financiar dicho proyecto. “Todas las comedias y películas islandesas hasta ese momento eran sobre hombres [...] así que decidí [crear] un personaje femenino que pudiera ser original y divertido”.

Partiendo de la teoría feminista, en conjunto con la teoría cinematográfica de Christian Metz y la teoría psicoanalítica (particularmente de Sigmund Freud y Jacques Lacan), Laura Mulvey propuso el término mirada masculina: una forma particular de mirar y representar (además del placer de hacerlo) a las mujeres como objetos.

“La imagen de la mujer como material (pasivo) para la mirada (activa) del hombre lleva el argumento un paso más allá dentro de la estructura de la representación, añadiendo una capa más exigida por la ideología del orden patriarcal tal como se manifiesta en su forma cinematográfica favorita: la ilusión del cine narrativo ”.

Antes de esta película, la representación de los personajes femeninos se realizaba a través de este lente masculino. Helga Þórey Jónsdóttir explicó: “Es una objetivación obvia del cuerpo femenino [...] ¡Siempre son pechos! De esta manera, nos colocan en la mirada masculina, y nos involucramos en observar a estas mujeres [...] las mujeres que aparecen en las películas tienden a ser clichés. Rara vez tienen el papel principal, además de que suelen estar en apoyo de los personajes masculinos principales, como abuelas, madres, ayudantes y similares en las calles”.

En la introducción de la película, cuando la hija de Stella, Eva (Sólveig Arnarsdóttir), se une a la familia en la mesa, dice: “Ibsen es un gran escritor”. Stella pone los ojos en blanco y, en la escena siguiente, la niña discute con su padre sobre un error gramatical que él ha cometido. Sin embargo, el comentario nos hace preguntarnos si esto es una pista sobre la fuente de inspiración en el guion de Halldórsdóttir. Casa de muñecas de Henrik Ibsen comparte temas similares. Nora Helmer, en un paralelismo con Stella, es un ama de casa burguesa que intenta sin éxito ayudar a su esposo, solo para descubrir (como lo hace Stella) su verdadero carácter y optar por abandonar a su familia (incluidos a sus hijos) para encontrarse a sí misma en sus propios términos. La obra fue controvertida en su época, ya que cuestionaba la dinámica de género y el matrimonio como institución, en la Noruega del siglo XIX. Stella, de manera similar, encuentra su propia agencia en sus propios términos, no solo al abrir su clínica para proporcionar su método único de curación a otros alcohólicos, sino haciéndolo mientras se mantiene encantadora y cercana a sus hijos, lo que refleja una forma islandesa de entender el empoderamiento femenino.

La película fue aclamada por la sociedad islandesa en su momento, convirtiéndose en un clásico instantáneo. Aunque en aquel entonces Þorleifsdóttir se molestó por la presunción de que la película era “una película de mujeres”, afirmando que "El humor no tiene género y las mujeres no son diferentes de los hombres en este aspecto, a menos que haya una necesidad: ellas tienen más sentido del humor para los hombres y sus detonantes.”Más tarde reflexionó sobre la recepción del filme”: Personalmente, creo que hizo una diferencia - aparte de lo que se creía previamente - el hecho de que hubiera mujeres trabajando en él. Anunció un tono diferente y nuevo en la cinematografía islandesa”.

Þórhildur Þorleifsdóttir asumió que el éxito de Stella entre los espectadores estaba vinculado a la capacidad del público para identificarse con el personaje: “La mayoría de las personas enfrentan los eventos con una calma increíble, lidiando con lo que la vida les trae, y Stella es la personificación de eso”. Sin embargo, esta característica es una singularidad de Stella como personaje femenino, lo que puede entenderse como la encarnación femenina de “Þetta reðast”, algo que ningún otro personaje logra. Los personajes masculinos son excesivamente emocionales: Georg es muy gruñón, Salomon es demasiado sentimental y el piloto no puede controlar su temperamento. Incluso la chica danesa se diferencia de Stella por no ser tan ingeniosa y depender de otros hombres para solucionar sus problemas. No importa si se trata de cambiar el enchufe de una lámpara, llevar al cliente de su esposo al viaje, encontrar la maleta de Salomon, preparar un banquete de salmón o abrir su propia clínica para alcohólicos, la manera en que Stella enfrenta la adversidad es una representación de la feminidad en su contexto.

Helga Þórey Jósndóttir identifica que “Stella lo hace todo, es el padre y la madre y cuida de todo en la familia, es una ama de casa amable y está en buena forma, una supermujer completa”, lo que representa el ideal femenino islandés de los años 80. Así, Stella cumple con lo que se espera de una mujer, al mismo tiempo que subvierte su rol: las mujeres pueden ser divertidas, atractivas, asertivas y protagonistas encantadoras. En una época marcada por el mandato presidencial de Vigdís Finnbogadóttir, Stella representa esta nueva actitud hacia la feminidad y, por lo tanto, es una mirada femenina que abrió camino a futuras protagonistas femeninas dentro y fuera de la comedia.

Referencias

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